miércoles, 9 de septiembre de 2009

Intolerancia y agresividad verbal

La sociedad argentina está demostrando un grado de intolerancia verbal que sorprende hasta al mejor estudioso de la Lengua. Como consecuencia de esta actitud la agresividad y la incapacidad para mantener un diálogo coherente se manifiesta hasta en las conversaciones aparentemente más superfluas.
Los medios de comunicación televisivos emiten programas en donde sus participantes asumen posturas a la defensivas cuando alguien les sugiere una serie de recomendaciones para mejorar las “performance” artísticas pero además, los periodistas, realizan entrevistas procurando lograr de sus entrevistados la confirmación de sus propias hipótesis.
Por otro lado está la descalificación permanente a quienes tienen visiones diferentes sobre la realidad actitud que sugiere un grado de autoritarismo verbal nunca visto en la sociedad nacional.
Resulta emblemático en este sentido, el mal momento que tuvo que vivir la Dra.cubana Hilda Molina en el Congreso de la Nación cuando, invitada por un grupo de parlamentarios, asistió al recinto con la intención de exponer sobre la situación de su país lo cual derivó en una acalorada discusión con grupos que se oponían a su experiencia y vivencia de la realidad cubana.
La Dra. Molina consideró que "la población cubana está enferma y psicológicamente desgastada" porque "no se pueden vivir 50 años sin libertad" y agregó que en la isla hay una "excelente salud para extranjeros y funcionarios" ya que "si uno paga, recibe mejores servicios". Sin embargo, un joven, con la inmadurez propia de su edad, increpó a la Dra. Molina y le replicó diciendo que “el mes que él estuvo en Cuba”, le permitían asegurar que lo que la Dra. decía no tenía fundamentos. A tal enfrentamiento se sumó la sra. Estela de Carlotto, activa militante de las Madres de Plaza de Mayo, quien le recomendó “llamarse a silencio y disfrutar de su familia”
Opiniones de Periodistas cree que sólo un diálogo respetuoso a los puntos de vista de los demás permitirá desentrañar dudas y lograr lo mejor de cada uno en la búsqueda de la excelencia humana.
Estamos convencidos que la intolerancia y la agresividad verbales sólo remiten a los comportamientos más prehistóricos del Hombre donde las desavenencias se arreglaba por la fuerza. Creemos que para crecer como sociedad es fundamental respetar la opinión del otro en especial cuando hay datos objetivos, como en el caso cubano, que informan sobre la realidad de la Isla. No en vano hay más del 10 % de la población en el exilio.
Desde esta columna apostamos fervientemente a realizar un análisis crítico sobre cómo nos estamos manejando en el campo de la comunicación y sostenemos que la objetividad de los análisis debe pasar, necesariamente, por los datos de la realidad.
La intolerancia y la agresividad verbal son actitudes propias de seres irracionales que pretenden desarticular a sus interlocutores con actitudes autoritarias y de desprecio a la opinión de los otros. Y creemos que esto no conduce a nada positivo.
La dialéctica, o sea, el arte de dialogar, discutir y argumentar requiere de una preparación intelectual que pocos están dispuestos a asumir. Sabemos que demanda esfuerzo y trabajo pero es la única manera que concebimos para el normal desarrollo de la sociedad.-

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