viernes, 14 de agosto de 2009

Friedrich Nieztche

"Un hombre bien equilibrado es siempre agradable.
Está formado de una madera dura y tierna y de exquisito perfume a la vez. Su única aspiración es el bienestar; la limitación en lo conveniente. Sabe diferenciar los beneficios de los perjuicios; consigue trocar en facilidades los obstáculos y halla la fortaleza en los peligros que a los demás anulan y destruyen.
De todo cuanto ve y oye y le acontece logra una consecuencia favorable...deja pasar las cosas sin retenerlas. Se complace en su propia soledad aunque está dotado para frecuentar y comprender los libros, los hombres y los paisajes. Por éso hace a lo demás y a los demás un verdadero honor cuando se digna escoger, aceptar o simplemente confiarse.
Reacciona lentamente con esa lentitud hija de la circunspección y del orgullo preconcebido.
Nunca marcha en busca de las seducciones; se limita a examinarlas.
No cree en la mala suerte ni en las faltas. Si es preciso destruye a los demás, incluso a sí mismo, y llega hasta el olvido.
Tiene la suficiente fortaleza para que todo, inevitablemente, se cambie en favorable para él.
Pues bien, soy lo contrario de un decadente porque este hombre que acabo de describir soy yo mismo"

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