jueves, 22 de octubre de 2009

¿Hasta cuándo?

El clima social y político de Argentina está fuera de control.
Basta leer los diarios con actitud crítica para percibir que nada bueno puede ocurrir en los próximos días.
A los prepotentes e incendiarios discursos del matrimonio presidencial, se le suma la agresividad verbal a la que nos sometieron los “dirigentes” de distintos sectores hasta llegar a la definición de Cristina “que la libertad de prensa es un mito” y el abrazo de D’Elia –piquetero agresivo como todos- con Fernando Esteche, dirigente del grupo Quebracho y la dirigente jujeña.
Tal vez sea un error de interpretación de nuestra parte y si es así pedimos disculpas por anticipado.
Pero creemos que la situación actual se está agravando sin dar señales de que algo bueno a venir.
Nadie duda sobre quién es el responsable de este estado de cosas; pero “las cartas ya están echadas”. La época de los lamentos ya pasó.
Tuvimos la oportunidad de manifestarnos a través de las urnas y repudiar esta actitud arrasadora de la clase dirigente y llegamos hasta justificar lo injustificable como las listas testimoniales con el apoyo de muchos votos.
Y todos los días amanecemos con una nueva “sorpresa”.
Desde Opiniones de Periodistas entendemos que es nuestro deber como comunicadores sociales reflejar lo que está ocurriendo a pesar de la preocupación en la que estamos sumergidos quienes redactamos este espacio.
Por eso asumimos que la ciudadanía en general tenemos una gran cuota de responsabilidad porque, por acción u omisión, hemos consentido llegar a este estado y hemos justificado sistemáticamente los atropellos a los que, desde el poder central, fuimos sometidos.
Desde el famoso y tristemente célebre “corralito” hasta la actualidad, la lista de la conculcación de nuestros derechos ha ido creciendo de manera desmedida.
Pero así como tenemos derechos también tenemos obligaciones y entre ellas también está la de no silenciar, justificar, permitir o consentir todo lo que se ha ido haciendo mal.
Somos una sociedad que vive con la idea de que ,“mientras que a mí no me ocurra”, actúo como los “mono sabios”: no escucho, no miro, no hablo. Y agregaríamos, “no me involucro”; y así transitamos mientras que vemos que a nuestro vecino le roban; que hay ladrones de guante blanco conviviendo entre nosotros; que hay coimeros que se venden por un puñado de billetes para no hacer bien su trabajo; que la corrupción ha ido creciendo como nunca.
Creemos que en Argentina se han perdido la dignidad y la vergüenza, la honestidad y los buenos hábitos; y aunque este diagnostico no se corresponde con “las generales de la ley” lo cierto es que abarca a gran parte de nuestra sociedad. Estamos inmersos en el “sálvese quien pueda” y se están poniendo en evidencia las peores reacciones humanas.
Por supuesto que no está todo perdido porque aún hay ejemplos prometedores.
Pero es necesario que dejemos de mirar para otro lado.
Es una situación que reclama mucha calma; como dicen en el campo, “no hay que perder los estribos”; pero sí hay que tener la certeza del momento tan crítico que estamos atravesando para, con firmeza, lograr torcer la historia en nuestra favor.
Para eso es necesario involucrarse y no hacer la “vista gorda”.

1 comentario:

  1. Estimados:
    Me parece muy interesante el contenido del Blog.
    Como una pequeña contribución me permito enviarles unas breves reflexiones de un pensar contemporaneo que considero de mucha actualidad.
    Eso si cualquier similitud con la realidad es pura casualidad y corre por cuenta de quien lo quiera pensar.
    Sigan adelante.
    Con afecto
    Leon 58

    UN MONÓLOGO DEL GENIAL TATO BORES.....


    'Qué país! ¡Qué país! ¡No me explico por qué nos despelotamos tanto...si éramos multimillonarios!'
    Ud. iba y tiraba un granito de maíz y ¡paf !, le crecían diez hectáreas....
    Sembraba una semillita de trigo y ¡ñácate!, una cosecha que había que tirar la mitad al río porque no teníamos dónde meterla...
    Compraba una vaquita, la dejaba sola en el medio del campo y al año se le formaba un harén de vacas...
    Créame, lo malo de esta fertilidad es que una vez, hace años, un hijo de puta sembró un almácigo de boludos y la plaga no la pudimos parar ni con DDT. Aunque la verdad es que no me acuerdo si fue un hijo de puta que sembró un almácigo de boludos, o un boludo que sembró un almácigo de hijos de puta.'


    Tato Bores

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